lunes, 30 de enero de 2012

De ladrones y ostentadores

Estos días estoy llegando más tarde al trabajo, lo que me permite escuchar el comienzo del “Perros de la Calle”, el programa de radio de Andy Kutnetzoff (o algo así), que en estas fechas vacacionales es sin Andy.
En un determinado momento la gallega cuenta que presenció un robo en Palermo al salir de un comercio. Unos motochorros (wachiturros en moto) le arrebataron un importante reloj de la muñeca a una mujer, la que luego del hecho, se lamentaba “sabía que no me tenía que poner este reloj para venir a Palermo”. Más allá de la tristeza de la frase, más triste quizá me pareció el debate que se armo en la mesa radial. La gallega dijo que la mujer era una tarada por andar con un reloj de esa categoría si sabía que se lo iban a robar. Harry dijo que uno tiene que acomodarse a la realidad que nos toca vivir y que es más fácil cambiar actos propios que cambiar la realidad. La Cayetina dijo que había que usar esos caros accesorios para eventos especiales y todos los comentarios giraban en ese sentido. Sólo un pensamiento recorrió mi cabeza al escuchar esto… GANARON!!!. Ya nadie se escandaliza por el robo, ya nos parece normal que a uno lo ultrajen de esa manera, ya superamos el “me robaron pero por lo menos estoy vivo”. Ahora hay que ir por la calle vestido y con las cosas que no nos importaría demasiado que nos roben. Ponernos las cosas que nos gustan, que disfrutamos ponernos, que nos alegran (sean frivolidades o no) es para otro tipo de países. Pagamos nuestros impuestos y tratamos de ser buenos ciudadanos para ir a comprar a Palermo (no La Salada ehh), y no nos queda otra que ir en calzoncillos, ojotas, remerita andrajosa y sin ningún tipo de accesorio porque sino estamos ostentando y “que queres, que no te roben”, “vos los tentas”. Es como la mujer violada que se ponía una minifalda y algunos justifican la violación con la provocación.
Una pena que hayamos perdido la batalla. Cuando llega a los comunicadores “cool” este pensamiento, tan insólitamente común hoy en día, es poco lo que se puede hacer. Ya está, deberemos acostumbrarnos a andar con lo puesto, llevar las cosas que no nos gustaría que nos roben, o quizá empezar a llevar ropa que a los ladrones les quede bien. Ya no tenemos una sociedad que condena los robos, tenemos una sociedad que condena la ostentación y justifica los robos por esa “ostentación”. Lástima, PERDIMOS.