sábado, 18 de diciembre de 2010

Aleluya

Finalmente lo reconocieron, tardaron 7 años solamente, bueno che, la gente del sur tiene sus tiempos también y no le cabe la vorágine capitalina. Faltará cada vez menos entonces para que reconozcan la inflación, las mentiras del INDEC, la corrupción, donde está la plata de Santa Cruz y varias cosas más. No es que eran malos, simplemente eran un poco lentitos.

PD: Les dejo una nota de Perfil que también va en este sentido

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Villa Soldati

Los acontecimientos ocurridos en la última semana con relación a las tomas de espacios públicos por parte de personas “necesitadas” son dignas de un análisis y posicionamiento personal. El “necesitadas” entrecomillado obedece a que no es materia de análisis en este artículo las necesidades o no que estén atravesando esas personas. Ni lo que dijo Margarita Barrientos ni lo que dijo Shocklender serán materia de este artículo.

No estoy a favor de las tomas, como no estoy a favor de los cortes de ruta ni nada que violente el orden social establecido, o las reglas normales de convivencia. No por una cuestión de izquierdas o derechas, no evalúo la validez de los reclamos, sino que considero que tolerar estas situaciones de la manera que se las tolera es simplemente echarle más aire a un globo que está a punto de explotar. Hoy toleramos un corte de calle, mañana una avenida, mañana una ruta, luego toman una plaza y el círculo no se acaba jamás. Voy a trazar un paralelismo exagerado en el cual no quiero comparar buenos ni malos sino políticas de negociación. Por ejemplo, es sabido y ha sido estudiado que si un grupo de terroristas o de delincuentes toman de rehenes a personas, amenazando con que si no se cumplen sus demandas están dispuesto a matar a los rehenes, si uno cede antes estas pretensiones lo único que va a lograr es que las tomas de rehenes se multipliquen por doquier y se genere un caos muchísimo mayor. Es la famosa frase “Estados Unidos no negocia con terroristas”. Es el viejo argumento utilitario de si uno está dispuesto a sacrificar la vida de 1 por salvar la de 5. Argumentos y discusiones filosóficas al margen,  un poco esa la idea que está detrás del paralelismo trazado. No estoy en contra de las tomas o los cortes por una cuestión ideológica, sino porque creo que conceder a requerimientos logrados mediante la extorsión generará muchísimos más problemas a la larga, y que son soluciones cortoplacistas. Alguien cree que es casual que el fenómeno de los “piquetes” nacido en el año 2000 se haya masificado de tal manera en donde uno ya convive diariamente con piquetes por todos lados, todos los días. Uno sospecha que si a las personas que tomaron el predio les conceden sus demandas (repito que justas o injustas no es materia de análisis), este tipo de tomas se multiplicarán. No hay que ser un genio para prever estos desenlaces. Si un grupo terrorista toma algo por la fuerza, no importa si su reinvindicación es correcta o incorrecta, justa o injusta, uno no debe negociar con ese tipo de metodologías. Seguramente podrán correrme por izquierda diciendo que es gente que tiene una extrema necesidad y contra eso no hay argumento que valga. Supongamos que eso sea cierto y que sean personas en extrema necesidad, sin embargo, creo que hay medios y formas de llamar la atención de tus gobernantes o medios de comunicación sin necesidad de alterar el orden público o cometer delitos. Y mucho menos pretender con esa alteración lograr beneficios o reconocimientos. Uno puede atender estas demandas en tanto y en cuanto el pedido sea por carriles normales y no extorsivos, si uno cede a la extorsión entonces lo vivirán extorsionando. Por ejemplo, si aparece un extosionador con fotos de uno en un situación comprometida y lo amenaza con publicarlas si no se le pagan 10.000 dólares, si uno paga, ¿Cuánto tiempo pasará hasta que vuelva con otro pedido??. Todos estos ejemplos ilustran la raíz psicológica de la problemática. El punto no es si corresponde o no dar viviendas (es un derecho constitucional con lo cuál no hay discusión en ese sentido), lo que no se puede, como gobierno o clase dirigente, es negociar con el revólver en la cabeza. No se puede ceder ante estas manifestaciones porque son caldo de cultivo de un espiral ascendente de otras más y donde la línea divisoria de que reclamo es atendible por medios violentos se torna cada vez más difusa.

Políticamente veo además el problema del doble discurso, cuando el reclamo, no era ya de “descamisados” sino de “terratenientes”, cuando fue el conflicto con el campo, no se llamó a una negociación hasta tanto sacaran a la gente de la ruta. Lo han dicho en discursos públicos, en donde se manifestaron que no iban a ceder a la extorsión del “piquete de la abundancia”. Porque ahora cambiaron de opinión y no exigen para sentarse a negociar que desalojen el predio. Imagino que creen ver políticamente correcto, ellos y  sus acólitos, enfrentarse al campo y, en cambio, negociar con los sectores más humildes, cuando el problema sigue siendo el mismo. Porque no podemos ser coherentes y ordenados. Fijar reglas claras para TODOS los ciudadanos que habitan nuestro país sin distinción de clases sociales. No podemos a algunos exigirles cosas y a otros no, las reglas tienen que ser claras y un gobierno debe ceñirse al imperio de la ley. No digo que no se negocie, que no se busque llegar a una solución pero se debe evitar el convencimiento general de que las cosas se sacaron por la fuerza. En esos casos el ejemplo y las consecuencias son devastadoras para la sociedad en su conjunto. No puede quedar la enseñanza de que para progresar u obtener beneficios o derechos hay que hacer las cosas mal.

Por último, y de manera marginal por cuestiones de espacio, me referiré a la confusión ideológica que nos hacen creer con respecto a la supuesta “xenofobia” del gobierno de la ciudad. Esta confusión comandada por las más altas esferas, desde la Presidente hasta el Canciller que más uso twitter en la historia (esta vez es cierto que algo de este gobierno es lo más en la historia de la Argentina). La presidente se refirió públicamente a que no quiere pertenecer al club de los países xenófobos. Me encantaría saber cuáles son esos países o cuales considera nuestra Presidente que lo son. EE.UU., México, Reino Unido, España, Australia, Japón, China, Singapur, Cuba, etc. son países con políticas de inmigración. Es más, casi todos los países del mundo tienen políticas en materia inmigratoria. Desde amplias hasta muy estrictas y cerradas como la de Cuba. ¿Cuáles son los países del mundo que integran ese club malvado y maléfico a que se refiere la presidente?. No creo que deba tenerlo claro ni siquiera ella misma, pero era necesario confundir e instalar cierta xenofobia inexistente en el discurso del Gobierno de la Ciudad. Se le puede alegar torpeza, perdón, no se le puede alegar, se puede afirmar que fueron declaraciones torpes, pero de ahí a tildarlas de xenofóbicas por hablar de inmigración descontrolada hay un paso gigante. Y que la propia Presidente se haga eco de estas acusaciones me resulta mezquino y grave. Es un tema que da para más pero por ahora lo dejaremos aquí.

Finalizo con la pena de llegar a este tipo de situaciones donde han perdido absolutamente todos, quienes se vieron forzados a ir al Parque (ya sea por necesidad o por punteros políticos), quienes murieron defendiendo no se sabe que cosa, quienes nos gobiernan (en todos los ámbitos) que demostraron pobreza de espíritu, falta de capacidad, mezquindades bajas y torpezas varias. Y por salir a la superficie algo que se ocupan sistemáticamente por esconder debajo de la alfombra, que es, que la Argentina está lejos de ser un paraíso y que poco hemos avanzado en erradicar la pobreza de nuestro bendito país.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

No somos responsables de nada

Les dejo un post que leí en un blog que se llama el Opinador Compulsivo, el cual comparto en todos sus términos. Es a raíz del "accidente" de una chica en el famoso trencito de la alegría. Siempre la culpa es de los demás. Ahí va:


Un montón de pibes de secundaria en desenfreno de fin de clases adentro de un "Tren de la alegría" de esos que se usan para pasear a los chicos. Están medio sacados, como es lógico, y van saltando con el vehículo en movimiento. A una piba la empujan y se cae de cabeza al piso y se parte el occipital y hace un derrame interno. Se salva de milagro, ahora está conciente, pero con la cabeza quebrada al medio.

¿De quién es la culpa, según la madre de la chica?

Por supuesto, de la empresa dueña del trencito, por no asegurar las puertas. Y por no poner cinturones de seguridad. En un trencito. En el que los pendejos iban a los saltos y empujones mientras avanzaba. Cinturones.

¿Qué pide la madre?

Por supuesto, que el gobierno porteño se interiorice en el caso.

Los problemas en Argentina siempre, pero siempre, son porque no hay suficiente Estado para que nos cuide y con mano dura nos impida hacer las barbaridades que haríamos si no estuviéramos bajo su control y atenta vigilancia.

La responsabilidad personal, es claro, no existe. La pendeja no hizo nada mal, el que la empujó no hizo nada mal, los pibes desaforados no hicieron nada mal, los padres que contrataron un servicio con supuestos problemas de seguridad no hicieron nada mal, y a nadie se le ocurre escribirlo, tampoco decirlo, y quizás ni siquiera pensarlo. A los ojos de esta gente es como si la empresa de trencitos y Macri en persona hubieran agarrado a la piba de las patas y la hubieran tirado de cabeza al pavimento.