Desmentido o no, el tema del zapato gate fue la vedette del día de ayer. Ni las peleas del show de Tinelli eclipsaron la información, dada a conocer por un diario norteamericano, sobre el supuesto gasto de más de 100.000 dólares de Cristina en zapatos.
Sinceramente el tema da gracia, es lamentable que personas se rasgen las vestiduras por esta nimiedad y nada digan, o se mantengan en virtual silencio sobre otras cuestiones muchísimo más brutales.
Cristina tiene declarada la friolera suma de alrededor de 40.000.000. Con ese dato, quien puede cuestionar que se gaste ese dinero en lo que a ella mayor placer le cause. Podemos discutir si esos 40 palos son bien o mal habidos, pero estando declarados y no sujetos a ningún proceso judicial deberíamos, como mínimo, otorgarle el beneficio de la duda. En tal caso, si se los quiere gastar en zapatos, carteras, medias o llaveros es absolutamente un tema que compete a su esfera privada, y ser la presidente no implica una resignación de su intimidad ni de su derecho a ejercer con su patrimonio lo que le plazca.
En todo caso se podrá criticar que se gasten fortunas públicas en los hospedajes de la comitiva en lujosos hoteles, viáticos exorbitantes y otras cuestiones. Lo que quiera gastar de su propio monedero no debiera ser más que un simple dato de color y no una cuestión de estado.
La confusión es, precisamente, confundir lo público con lo privado. Con lo privado puede hacer y disponer como a ella le parezca, lo que debemos atender y celosamente cuidar es el manejo o desmanejo que se haga de los fondos públicos. Como así también si un juez invita a los periodistas a no usar jamás la palabra inflación porque de lo contrario deberán informar que hacen, donde viven y con quienes hablan. Eso es disparatado, no la nimiedad de que se gaste o no 100.000 dólares, de su bolsillo, en zapatos.
Me saldrán con que es hipócrita porque defiende a los pobres desde lo discursivo y comete esos actos de “frivolidad” tan ostentosos. Quizá sea opinable, sin embargo soy de los que creen que uno no necesita ser pobre para defender a los pobres como uno no necesita tener Sida para patrocinar una campaña de prevención, o uno no necesita no tener casa para intentar buscarle una solución a los “sin techo”.
Casi que me salió una defensa de Cristina el artículo pero, a no confundirse. Defiendo la tontería por la que se la pretendió atacar, teniendo tantos cabos sueltos y tantos flancos para atacar, que realmente son importantes, me parece una desviación triste y lamentable buscar mugre donde no la hay. Es materia privada y personal si quiere o no gastarse su fortuna en zapatos, es materia de la justicia saber si su fortuna fue legalmente construida, y es materia de la sociedad controlar y velar por el uso o gasto de los dineros públicos, no los privados.
Hace 3 días
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