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martes, 17 de julio de 2012
De buenos y malos administradores
Interesante la nota "¿Administrar bien o capturar cajas?”, de Daniel Fernández Canedo. La nota de Canedo va en el sentido de lo que muchos han explicado el fin de semana. La idea del kirchnerismo, y la avanzada, parece ser esmerilar al gobernador bonaerense haciéndolo quedar como un mal administrador (si, después de tantos años lo descubrieron). Para ello, varias plumas han salido a explicar que el gobernador tiene los mismos problemas de déficit que la Nación y que la única diferencia es la posibilidad de financiación que tiene la Nación y que no tiene la provincia de Buenos Aires. No se trata de ser buen o mal administrador, o en el peor escenario, todos serían malos. Convengamos que el hecho de estar ahogado financieramente a uno lo transforma en un mal administrador, ahora bien, puede acusarlo de ello alguien con un déficit similar. Sería como si dos amigos gestionan pésimamente la economía de sus casas. A raíz de las deudas uno se ve obligado a vender su casa y el otro, con un padre adinerado, puede pedirle un préstamo al padre. Sería curioso que el que le pidió el préstamo al padre se jacte de ser mejor administrador que el otro amigo que tuvo que venderla. En palabras de Canedo “Una diferencia central entre la Nación y las provincias no reside en que unos sean claramente mejores administradores que otros, sino en que el gobierno tuvo poder para conseguir financiamiento avanzando sobre cajas públicas y privadas”. Los que se jactan de buenos administradores generaron una explosión del gasto público, “en los últimos años, el gasto del Estado creció sistemáticamente por encima de sus ingresos. Y fueron los fondos de los aportes previsionales de trabajadores y empresas más los del Banco Central, los que cubrieron un tesoro que hace tiempo abandonó resultados superavitarios para transformarlos en deficits.”. A pesar de ello, los buenos administradores se encontraron con que esa plata tampoco alcanzaba, entonces fueron a modificar la Carta Orgánica del Banco Central para usar reservas de pesos y dólares. Pero adivinen que paso. Esto tampoco alcanzó, y los buenos administradores recurrieron al cepo cambiario en el intento de crear un corralito para que los tenedores de divisas no se las lleven. Lo que se dice, unos administradores del carajo. Antes de acusar a alguien de algo habría que estar seguro de no estar cometiendo lo mismo de lo que uno acusa. El ejemplo más claro que se me ocurre de esto es cuando alguien, en una discusión, acusa de fascista a alguno por no pensar como él. No hay nada más fascista que eso.
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