viernes, 13 de julio de 2012

López Obrador lo hizo de nuevo

     Para el PDR, la elección Mexicana no es válida. La izquierda mexicana, que ayer impugnó ante el tribunal federal electoral las elecciones presidenciales en la que resultó ganador Enrique Peña Nieto, lo hizo bajo la fórmula de pedir la invalidación por violación de principios constitucionales por considerar que los comicios no fueron limpios ni equitativos. Como diría Marx, la historia se repite primero como tragedia y después como farsa. En la elección anterior que gano Felipe Calderón pasó lo mismo, o comenzó pasando lo mismo (esperemos que esta vez sepan frenar a tiempo). Repasemos un poco de historia. Es claro que las derrotas electorales hacen caer a López Obrador en la desmesura. Ahora ¿quien es Lopez Obrador?.  De perfil querible para el mexicano promedio. Lleva una vida sobria, no parece darle importancia al dinero. Viudo, acompaño a su mujer hasta el final de su enfermedad terminal y se hizo cargo de sus 3 hijos. Fervoroso en su trabajo, franco e incansable. Todos esos rasgos hicieron que mucha gente se volcase por el, no tanto en estas elecciones sino, sobretodo,  en las anteriores. Tiene el polémico lema de que cuando uno ama su tierra no necesita andar de viaje por tierras ajenas, de modo que no conoce demasiado el mundo. Este es un dato para algunos muy criticable y para otros una virtud patriótica. Como todo líder de izquierda sudamericano se inspira en próceres pasados. Él se dice inspirado por Lázaro Cárdenas en lo social y por Benito Juárez en lo político. Defensor de los indígenas, en su juventud promovió marchas y tomó pozos petroleros para impedir despidos de la empresa estatal PEMEX. Ya en 1995 denunció al PRI de prácticas electorales non sanctas y se empezó a hacer conocido nacionalmente por ello. Gracias a este perfil de izquierda populista logró instalarse y ser candidato en la presidencial de 2006. Perdió por sólo el 0,58 por ciento de los votos contra Felipe Calderón. En aquella oportunidad salio a denunciar sin pruebas un fraude; atacó a jueces y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; declaro a gritos desde un balcón podridas, caducas e inservibles a las instituciones de México; bloqueo carreteras, bancos y el propio Paseo de la Reforma con campamentos de seguidores y hasta se proclamó presidente paralelo, nombrando un gobierno en la sombra. Todo esto, no fue una explosión de cólera momentánea por un resultado electoral adverso. La locura se aceleró y se consideró electo presidente. Tomo posesión del cargo en una Plaza, con banda presidencial  y con un gabinete a su lado. Luego incitó a los diputados del PDR a apoderarse de la tribuna del congreso así fuese a golpes y patadas con el fin de impedir la real toma de posesión de Felipe Calderón. Consiguió un zafarrancho monumental propio de una república bananera que le hizo mucho daño a México (LA TRAGEDIA). Estas cosas hicieron que vaya perdiendo apoyo dentro de la sociedad e incluso dentro de la misma izquierda. Sin embargo logró ser nuevamente candidato a presidente para estas últimas elecciones. Su gran problema es que actúa conforme a los dictados de una ideología. Como lo llama Enrique Krauze, las “anteojeras ideológicas”, no permiten a uno ver la realidad. El concepto precede a la experiencia y con mucha frecuencia ésta lo refuta. Es un extravío intelectual bien analizado en su momento por Jean-Francois Revel. No importa lo que de hecho hace crecer a un país o lo que da un buen resultado en la práctica, es la ideología lo que debe sustentar todo. Hoy, 6 años después, la historia se repite. Mismos personajes y mismos argumentos. La única diferencia que, como diría Marx, ahora en vez de una tragedia, es una gran farsa.

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